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28/1/14

Perdidos en el tiempo


El pasado es un vago recuerdo, una mota de polvo que en su día existió, pero luego fue eliminada. Es el por qué del ahora. Por qué existimos, por qué somos así, por qué estamos aquí. El pasado no se puede cambiar, no se puede modificar. Imperturbable. Sí, eso es lo que es. Así que… ¿deberíamos creer en él? ¿Deberíamos volver nuestros pasos hacia atrás y rememorarlo todo? No creo que sea la mejor opción.

¿Y qué hay del futuro? Incierto, sin construir, sin forma. Inevitable. No sabemos nada de él, se escabulle de nosotros burlando nuestras leyes y teorías. Es la causa del pasado. Llega inesperadamente, a veces te sonríe, en otras ocasiones lo único que hace es cambiarte por completo tu vida para mal. En conclusión, el futuro no es fiable. Podemos predecir que va a ocurrir esto y pasará lo otro, que será mejor y luego será peor. Está cambiando continuamente por las acciones del presente.

El presente… otro gran misterio sin ninguna explicación. Creemos que lo conocemos, que lo podemos manejar y controlar. Pero es otra mentira. Lo que hace es rodearnos continuamente y al mismo tiempo desaparece. Hace unos pocos minutos estabas empezando a leer este relato, ¿verdad? Sin embargo, eso ya es pasado. No puedes volver atrás y decidir no leerlo, porque ya forma parte de ti. Es algo que ya has hecho. Por otra parte, tampoco eres capaz de adivinar con exactitud el final del relato, ¿ves? Ahí está el futuro.

Entonces, ¿en qué vivimos? ¿En un pasado, en un presente o en un futuro? Imposible saberlo, pero lo que es cierto es que estamos inmersos en un gran reloj que marca cada latido de nuestro corazón, cada paso que damos, cada acción que cometemos. Vivimos al compás de nuestro propio tic-tac, un tic-tac impredecible, incierto. Perdidos en el tiempo.



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