Hoy os traigo una entrada diferente y seguro que os gustará. ¿Recordáis aquella vez que recomendé un blog llamado El elefante durmiente...? Bueno, pues Elefun Stein, mi amigo y bloggero, publica en su blog una historia sobre una niña: Carolina.
Se trata de un relato (en un futuro será todo un libro) en el que conocemos la vida de Carolina, comenzando cuando es tan solo un bebé. Sé que no os puedo obligar (obviamente) a leer esta historia, pero seguramente, no os defraudaría.
Bien, dicho esto, os comento lo siguiente: ¡¡Elefun me ha dejado escribir junto a él un capítulo de esta historia!! ¿¡No es increíble!? Y, cómo no, a continuación tenéis el capítulo.
Pero, ¿no creéis que no tendría sentido si no leéis los anteriores? Pues pinchad aquí y descubrid a esta maravillosa niña.
Y... ahora sí. ¡¡¡Tatachán!!! ¡¡Redoble de tambores...!! ¡Disfrutad el capítulo!
Carolina IV
Los padres de Carolina aparcaron en el parking que se encontraba
al lado del dojo. La niña, entusiasmada, se despidió de sus padres, que
se dirigían a ver una (con pinta de aburridísima) película titulada Desayuno
con Diamantes. Salió rápidamente del coche y cruzó hacia el gimnasio. Carolina
entró en el edificio y allí se encontró a sus compañeros, esperando a que
terminase la clase anterior.
Andrés estaba sentado en la escalera del fondo. Se dirigió hacia
él. Éste era un chico de pelo negro, muy negro, como el de su padre. Con ese
pelo contrastaban unos ojos azules espectaculares y una piel blanca como la
leche. Andrés tenía tantas pecas como estrellas había en el cielo. Algunos
pensaban que era una persona aburrida: sin embargo, Carolina lo consideraba un
gran amigo, aunque fuera un año mayor que ella.
-¡Hola, Caro! ¿Qué
tal?
-Pues la verdad, ahora que lo dices, me encuentro un poco mal.
¡Pero nada que me impida saltarme el entrenamiento!
Los gritos de los pequeños indicaban que la clase anterior ya ha
terminado. Así que Andrés y Carolina entraron juntos en el dojo junto con los
demás compañeros. De algunos Carolina no sabía ni el nombre, sobre todo de los
nuevos. Ella era cinturón verde, y estaba preparando el examen para azul.
Andrés ya era marrón, y en menos de dos años podría conseguir el negro.
Paula, la sensei de Carolina, era una chica pelirroja (cuyos
rizos caían graciosamente en cascada). Era bajita y delgada, pero lo que más le
gustaba a Carol era su personalidad. Sabía que podía confiar en ella como si se
tratase de una hermana. Al entrar, los dos saludaron -Os- y después de unos
minutos en los que la sensei decidió qué ejercicios se hacían, se pusieron en
fila para hacer el seiza. El mokuso duró unos 30 segundos, y después de
inclinarse ante Gichin Funakoshi, empezaron el calentamiento.
Tras calentar, se pusieron en filas y empezaron a hacer
sukis. Entonces, a Carolina empezó a dolerle la cabeza. A dolerle mucho. Se
trataba de un dolor palpitante en las sienes que comenzó a agudizarse por
momentos. Andrés la miraba preocupado. No era tonto, notaba que ella se
encontraba mal. La veía pálida y mareada. Cuando Paula les pidió que empezaran
a hacer mai geri, la cara de Carolina se lo dijo todo.
Carolina levantó la mano y le comentó a su entrenadora lo que le
ocurría. Rápidamente, Paula paró la clase y la llevó a un sitio aparte mientras
los demás hacían age uke.
– Lo siento Paula, pero es que me duele muchísimo la cabeza. Creo que no voy a poder seguir la clase.
-Tranquila, Caro. ¿Quieres quedarte aquí o llamo a tus padres?
-Mis padres están en el cine. Puedo ir a casa de Laura, que está
a dos manzanas.
-Vale. Que alguien te acompañe.
– Tranquila Paula, puedo ir yo sola.
– ¿Estás segura?
– Sí, estate tranquila.
– Bueno, está bien. Pero mándame un mensaje en cuanto llegues
¿vale?
– Sí, sí. No te preocupes.
Carolina, bajo la atenta mirada de su aún preocupada
entrenadora, recogió sus cosas y salió al exterior. El frío se coló por el
abrigo y el karategui de la niña, haciéndola temblar ligeramente.
Nada más salir, en dirección a casa de Laura, cruzó la calle
mirando a ambos lados, como le enseñaron sus padres. Su amiga no contaba con
ella, pero seguramente la recibiría alegremente. Por eso eran mejores amigas.
Pensando en ello llegó a la acera de enfrente. Los últimos rayos
de sol aportaban una luz anaranjada, deslumbrándola durante un instante.
Y entonces lo vio. Allí estaba, él, la persona que no había
salido de su cabeza desde su infancia.
El protagonista de sus peores pesadillas.
El hombre desnudo.
GLOSARIO:
Dojo: gimnasio
Sensei: maestro/a de kárate
Seiza y mokuso: momentos de meditación antes de la práctica del kárate
Suki: puñetazo
Mai geri: un tipo de patada
Age uke: defensa alta
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Dojo: gimnasio
Sensei: maestro/a de kárate
Seiza y mokuso: momentos de meditación antes de la práctica del kárate
Suki: puñetazo
Mai geri: un tipo de patada
Age uke: defensa alta
Karategui: traje que se emplea al practicar kárate
Nota: ¡esta entrada es la inauguradora del Reto Colabora con 100 blogs! Como sabéis, (o si no, aprovecho para explicarlo) me he propuesto el reto de colaborar con nada más y nada menos... 100 blogs!! Si queréis saber algo más, pinchad aquí y descubrid lo loca que estoy jajaja. Y si algún blogger quiere realizar este reto, ¡sin problemas!
Ya solo te quedan 99!! La verdad es que lo de escribir juntos ha estado genial, ardo en deseos de empezar la segunda parte del capítulo. Un beso!
ResponderEliminarSí tienes razón!! Ha estado genial!!
EliminarOtro beso para ti!! Espero escribir pronto otra vez juntos!!