6/12/18

Conociendo a José Luis Fernández Juan, El Diccionario de JLFJ

Queridos lectores:

A principios de este año os presenté a un escritor valenciano, profesor, admirador de Ibáñez y de Kafka, autor de Pinceladas de Harmonía. Si no lo habéis adivinado aún se trata de José Luis Fernández Juan, quien con mucho gusto respondió a una serie de preguntas en esta entrevista. Ahora regresa con su otro libro: El diccionario de JLFJ, en el que centraremos esta entrevista. 


Conociendo a… Es una sección en la que os enseño escritores, para mí desconocidos hasta entonces, a través de entrevistas y/o presentaciones de sus novelas.

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ JUAN

–¡Bienvenido de nuevo al blog! Es un placer tenerte aquí otra vez. Hoy vamos a hablar sobre tu última publicación: El diccionario de JLFJ. ¿Por qué decidiste escribir este tipo de libro?
Siempre me ha gustado crear palabras. De niño recordaba la realidad y creaba palabras. De adolescente creaba sistemas de alerta temprana de incendios y creaba palabras. De adulto creaba zapatos con GPS para localizar a niños y adolescentes despistados… y creaba palabras.

Todas estas palabras que creaba no las guardaba y acababan en algún contenedor (vía cubo de basura). Un día resolví estos actos de desprendimiento de rutina. Los interpreté más como equívocos reversibles que como deslices pasajeros y decidí (mientras practicaba el esferismo) que ese verano lo dedicaría básicamente a crear palabras, redondearlas… y conservarlas.

Cuando llegué a 3.000 advertí que ya  podía publicar un libro con ellas. Tras la necesaria criba, finalmente quedaron casi 1.800 que fueron las que configuraron definitivamente “El diccionario de JLFJ”.


Publicar este diccionario ha sido la consecuencia lógica de mi razón de ser ya que la creación de palabras siempre ha estado conmigo y había llegado el momento ¿por qué no? de compartirlas con el mundo. Escribiendo el libro me di cuenta que no hay luces sin cielo ni burbujas sin humor.


–Hasta este momento, ¿qué público se ha interesado más por el libro en cuestión? (Un público juvenil, adulto, culto…? 

“El diccionario de JLFJ”, como disciplina artística, cuenta con el cariño de un público amplio y heterogéneo; en sus páginas hay un paisaje de frenesí y todo el mundo gusta de sacudir conceptos desde el juego y el humor. La extrañeza siempre resulta cautivante.




A un niño le gustan palabras como “Añicos: Años maños”. A un adolescente le gustan palabras como “Wiffilete: Bistec elaborado con un sistema de conexión inalámbrica”. A un adulto le gustan palabras como “Hippyar: Gemir un pacifista contracultural de los 60 del siglo XX”. A una persona culta le gustan palabras como “Tocayo: Dureza, dureza”. Sin embargo, los paralelismos acaban resultando órganos y procesos comunes que logran consustanciarse borrando teóricos estratos de identificación. La seducción por las palabras siempre funciona más allá de las preferencias apriorísticas de unos y otros.


–¿Cuáles son los términos que más suelen llamar la atención a tus lectores? ¿O cuáles te han llamado a ti la atención?

Algunos de los que más me comentan los fans son:

Propena: Gratificación tan mínima que en vez de darle alegría al que la recibe le da aflicción.

Falsilla: Fingidilla hoja de papel de renglones muy señalados que oponiéndose a la verdad se acomoda debajo de otra más transparente que anhela que se escriba en ella con rectitud.

Tesutura: Coyuntura de costura ganada por los pelos.

Aclinatación: Adaptación al buceo, baño y zambullida.

Acendado: Hexaedro acomodado por azar.

Estógamo: Epigastrio del mamífero cérvido rumiante más veloz.

Vincentivo: Estímulo de Vicente para alcanzar el deseo de alcanzar un objetivo.

Paturulla: Grupo rondador que lejos de dar seguridad a la gente, la agobia hasta el punto que no sabe qué hacer o qué decir.

Puñetazo: Trompada flippante.

Mimorando: Cuadernillo de apuntes elaborados únicamente con gestos y movimientos corporales.

Los vocablos que a mí más me han llamado la atención son los que a mí más me han amonestado; es decir, todos. No tengo predilección por ninguno en particular. Me gustan todos. Todos son una fuente de energía segura. Todos tienen sabor y todos alimentan el entretenimiento.

–¿Qué finalidad tiene El diccionario de JLFJ? 
La finalidad es muy seria: subvertir el infortunio y propagar la alegría de vivir a través de las páginas de un libro. Al tratarse de un humor níveo, la intemporalidad queda asegurada. El objetivo espero que también.

Reivindico el humor como género literario. Leyendo este ficcionario podemos ahondar en el conocimiento del mundo; o al menos, aproximarnos a intuir la aventura de la vida.

–Los diccionarios son herramientas fundamentales en el aprendizaje. Hay quien opina que Internet está reemplazando diccionarios, enciclopedias… y que facilita demasiado las cosas. ¿Cómo crees que afecta la sustitución de estos libros por la web?  
La sustitución del diccionario por la web es la transmisión de la verdad última en sí misma. No obstante, el reemplazo puede ser más aparente que real. Paradojas del individualismo. No están reñidos.

Que internet nos facilite información desde la libertad de expresión me parece una manera de ayudarnos muy rentable y provechosa. Eso sí, internet tiene respetar un código ontológico en sus contenidos. Nuestra educación y no la censura ha de marcar sus límites difusos. Siendo nosotros seres tecnológicos no podemos prescindir de lo que necesitamos y de lo que dependemos.

Las enciclopedias o los diccionarios viven en internet. No son compartimentos estancos. Los aceptamos con cariño. Nadie sustituye a nadie. Todos caben en un mundo propio; nuestro  mundo. Y eso nos hace más libres.

–La otra vez mencionaste la poesía como uno de los géneros en los que te inspiraste a la hora de escribir Pinceladas de Harmonía. Actualmente es un género que se está poniendo de moda, cada vez hay más autores noveles líricos. Sin embargo, ¿qué es exactamente la poesía? ¿Sentimientos? ¿Ritmo? ¿Musicalidad?
La poesía es la exquisitez que confiere al lenguaje toda sus potestad. Buscar significados mediante la vista, el pensamiento y el sentimiento te lleva a la belleza. En “El diccionario de JLFJ” hay poesía. Las imágenes ausentes y presentes de las palabras vuelan por el ficcionario y te adhieren de pleno a una existencia más global.

El lirismo asciende al que lo experimenta porque transfiere la verdad. Las palabras del diccionario son líricas porque maquillan la adversidad de la realidad más tóxica. El todo invisible de su reordenación musical no es ajena a su tasación estética. Entretener con cultura no tiene precio.

Solo burlándonos de los estereotipos podemos ensanchar la realidad. Cuando más palabras existan, mejor, en rotación y en traslación, pero que existan para que tengamos esa sensación de viaje rítmico que tanta falta nos hace. 

–¿Crees que el cine y la literatura se complementan? 
Su intertextualidad es evidente. “Pinceladas de Harmonía” ya la escribí con lenguaje cinematográfico. Soy un apasionado del cine y notaba que mientras creaba me resultaba complicado abstraerme de mi intensa afición por el celuloide. Pensaba en clave de cine y escribía en clave de literatura. La estrecha vinculación entre el cine y la literatura me facilitaba la experimentación con las realidades múltiples que anhelaba. Tenía la sensación de que consustanciaba estas dos modalidades artísticas escribiendo con plastilina de colores indefinidos.

Los textos de “Pinceladas” quedaron tan poéticamente cinematográficos y yo tan complacido por esta espontánea complementación que decidí seguir en esta línea para “El diccionario de JLFJ”. La delicadeza y tonos de las palabras seleccionadas evidencian que el trasvase entre el cine y la literatura, ora intangible, ora palpable, amplía las perspectivas de la gran pantalla de mi pensamiento voluntariamente experimentador.

–Esta pregunta nunca falta en mis entrevistas: ¿cuál es tu actual lectura? ¿La recomendarías?
“La rebelión de los rábanos” de Javier Tomeo. Precisamente este año se conmemoran los 20 años del aniversario de su publicación. Bien se merece una revisión. Se trata de una surrealista fábula en donde unas hortalizas deciden independizarse. ¿Puede tener más modernidad y vigencia esta trama? En Cataluña se lo pasarían en grande leyéndola. Además, de paso, aprenderían gastronomía.

Siempre leo a Javier Tomeo; lo considero un referente. Un autor adorablemente  inclasificable. Me encanta como diagrama sus personajes; se mueven en círculos concéntricos que se alejan y se acercan. Muy de mi estilo. A buen seguro, sus personajes habrían hecho buenas migas con personajes de “Pinceladas de Harmonía” como Aridany, Sabiniano, Teodoro, Cloe o Petronilo.

Recomendaría la lectura de “La rebelión de los rábanos”, pero también la de otras obras suyas como “El hombre bicolor”, “Los misterios de la ópera”, “Historias mínimas”, “Bestiario” o “El castillo de la carta cifrada”.

–¿Qué opinas sobre acortar palabras e incluso inventar "términos" en los mensajes de texto ("qdar" = quedar, "xq" = porque)? ¿Crees que esto influye en la pérdida de conocimiento de vocabulario, sobretodo entre los más jóvenes?
Los jóvenes se mueven por las redes sociales con una pasión pasmosa y rápidamente absorben las nuevas tendencias que les llevan a tener su propio estilo comunicativo.

“Fake”, “follower”, “like” o “hashtag” sustituyen a falso, seguidor, me gusta y etiqueta. Acortar palabras (con pérdidas de vocales o abreviaturas) por economía lingüística dan resultados tan sucintos como “px”, “qdar”, “insti”... Los extranjerismos y acortamientos son algunas características su jerga juvenil.


Ellos con sus iguales se relacionan así. En principio no pasa nada; o al menos no pasa nada gravísimo. Lo entendemos como algo coyuntural absolutamente respetable.

El peligro viene cuando este método lo emplean en otros medios en el que ya no procede escribir de este modo tan transitorio. Cada contexto tiene su idoneidad y han de saber diferenciar las múltiples situaciones comunicativas en las que puedan verse para ajustar apropiadamente los códigos.


Particularmente, quizás por ser profesor, confío en la juventud. Con el paso del  tiempo a medida que vayan madurando irán abandonando este estilo juvenil relajado. Los centros educativos hemos de estar al quite enseñándoles a redactar oportunamente y haciéndoles ver que alejarse en exceso de la norma no es culturalmente enriquecedor.

–En la anterior entrevista destacaste a un autor español: Juan José Calvo Almeida. ¿Tienes algún referente a nivel internacional?
Muchos. Últimamente estoy leyendo al guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Lo tenía olvidado y lo acabo de recuperar. Es lo que ocurre con los referentes; nunca se van.  Disfruto de su capacidad para interpretar mediante la fantasía componentes de la realidad, de su sentido de trascendencia, de sus enclaves exóticos. Es un auténtico genio mezclando concreciones y abstracciones. A excepción de su componente más político, todos estos rasgos que te comento los podemos ver en “Pinceladas de Harmonía”. Inconscientemente, como buen referente, me ha influido.


“El diccionario de JLFJ” también comparte con él rasgos como la aparición de cromatismos y aromas, el factor sorpresa o los permanentes juegos con las letras. Las palabras se pueden ver desde varios prismas. Solo así podemos expandir imágenes y multiplicar significados. Crear palabras magnéticas no agota la noción de perspectiva.


–¡Muchas gracias por conceder la entrevista al blog!–
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  • FICHA TÉCNICA

    Título: El Diccionario de JLFJ
    Autor: José Luis Fernández Juan
    • Idioma: Castellano
      • Sinopsis…Superados los primigenios ensayos gráficos del jeroglífico y la cuneiforme, codificamos el pensamiento, y las emociones, y las vivencias, y creamos un complejo maridaje entre significantes y significados cuya indescifrable belleza ha hecho las delicias de generaciones durante siglos en eso que tan difusamente llamamos literatura.

      • En este atípico diccionario, el artesano de la palabra que ha demostrado ser José Luis Fernández Juan desmonta, pieza a pieza, ese complejo engranaje, este rompecabezas eterno; busca la chanza inteligente palabra a palabra, persigue la poesía silábica travestida a chiste, pero con el innegociable requisito de jugar siempre con la estructura formal del vocablo en busca de la melodía humorística de su semántica.

        Un fresco desafío, cuya desternillante lectura nos reconciliará, sin duda, con nuestra moneda comunicativa; la estrella indispensable de todos los libros (pero de este, más que de cualquier libro), la palabra. 

         ¡JoseLuismo en estado puro!






Espero que hayáis disfrutado de la entrevista y os animéis a descubrir todas las palabras que nos ofrece José Luis. 

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